Calor, calor y más calor aún si cabe, escribo desde la fragua de Vulcano queridos míos, nunca pensé que se sudara tanto por presionar unas teclas, esto es inaudito. Hoy de buena mañana, la inspiración me golpeó como a Sir Isaac Newton, bajo un árbol.
Resulta que hoy, una vez atendida la hacienda y los quehaceres de la mañana, decidí ir a robar unas ciruelas, eso sí de la forma más profesional y elegante posible, con autorización del dueño. Una vez en la escena del crimen. eché mano de la bolsa y la llené sin empacho, los árboles estaban cargadísimos, cuando lo juzgué suficiente me acomodé sobre una piedra a la sombra, tengo un don para encontrar el sitio perfecto y empecé a hacer una cata de mis presas mientras meditaba sobre algo, ahora mismo ignoro el qué, algo sería. Andando yo metido en estos menesteres con mi fiel Zar rondando por allí, algo interrumpió mi improvisado ágape sacándome de mis ensoñaciones, apareció por el camino un ciclista. Llegados a este punto permitidme que os haga una descripción Holmesiana del palomo,no tiene desperdicio:
"Mediría uno setenta y pico así a ojo, unos cincuenta y pico sesenta y pico años, curtido, delgado y enjuto de pellejo, tez morena, pelo cano corto, sin barba, sonrisa descuidada y amarilla, dientes irregulares, a todas luces jubilado teniendo en cuenta que el ciclismo es uno de los pasatiempos más usuales de los pensionistas prematuros. Debía de ser su primera vez o una de las primeras por aquí puesto que varias veces tomo el desvío equivocado frente a unas casas, pánico a los perros puesto que se asustó de un inocente cachorro al parar a pedir indicaciones, de lo cual supongo que estamos ante un urbanita consumado, esto refuerza la idea del pasatiempo de jubilación, que quedó confirmada cuando al pasar junto a mi descubrí su vestimenta recién estrenada y la bicicleta en igual estado, lleno de marcas de las zarzas y manchas de barro, el brochazo final que desmintió que estaba pasando sin duda el mal trago de una primera experiencia, fue que al pasar resollando junto a mí cuando yo volvía al camino, no se molestó en reparar ni en mi presencia ni en la de mi perro y ni mucho menos en responder a mi saludo"
No soy un hombre celoso del respeto por los buenos modales del prójimo pero su actitud no me cayó en saco roto y me hizo pensar en que para algunas personas, la jubilación quizá no se parezca tanto a ese maravilloso Edén en el que algunos pensamos. Bueno amigos, hasta aquí el negocio de hoy, ya era hora de soltar una parrafada como Dios manda, llevaba unos días muy escueto. Espero que haya sido de vuestro agrado.
Atentamente
El Escriba
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