viernes, 18 de agosto de 2017

Opinión 54 : Un confortable sillón en el 221 de la calle Baker


En estos días en los que el crimen campa a sus anchas, aquellos a los que nos sobra tiempo para pensar nos estamos convirtiendo en auténticos "Sherlockianos", filósofos de ambos márgenes de la ley. Como decía Clint Eastwood: "Las opiniones son como las narices, todos tenemos una".
No le faltaba razón, esta es la mía.


El Crimen, desde las pequeñas estafas hasta el terrorismo, pasando por los robos más variopintos, es un arte, no deja de ser un oficio y cada artesano de estas turbias prácticas tiene su propia metodología, sus códigos y su forma de proceder personal e intransferible, lo que los expertos llaman "modus operandi". Por encima de todo son libres, unos operan en la clandestinidad, otros no, pero tienen total libertad de acción, conocen el terreno y por lo general son muy seguros de sí mismos rayando en la arrogancia. Por el contrario, todos los cuerpos de policía , quede claro que esto solo es la opinión de un pensador aficionado, trabajan encorsetados entre ordenanzas que pretenden civilizar sus métodos y cuando compites siguiendo unas reglas contra otro que no las tiene en absoluto, ya estás derrotado. No se le puede pedir al mastín que proteja el rebaño sin morder al lobo. La gente se horroriza al oír que nada caza mejor a un criminal que otro criminal, esto es cierto, se debe actuar como un criminal usando sus mismos métodos para hacer el bien, de esa forma la partida se juega en el mismo tablero y las oportunidades de éxito se multiplican.

Hasta aquí la disertación Holmesiana, si esto sigue así, quizá yo también invente el puesto de detective asesor. Espero que haya sido de vuestro agrado

Atentamente

El Escriba

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